Desde Camas con AMOR

Como una Reina se paseó por Sevilla

¡que me gusta un pueblo! que aplaude cada levantá; que corta el aire con olés de faraones; que vibra, llora y ríe de emoción al mismo que mece sus Dolores en el vaivén grácil de las bambalinas que cobijan a su Reina. Me gusta el calor del pueblo, el mucho calor que suda oraciones y plegarias, piropos e intenciones bajo las trabajaderas de la hermosura. Las penas son muchas, pero  los Dolores nos llevan al cielo abierto de una Virgen, Reina, Madre y alcaldesa perpetua, donde la belleza se hace tan terrena y próxima como el cariño incondicional de una Madre hacia sus hijos. ¡Me gusta un pueblo, sabroso y entregado, como Camas, que paseó a su patrona, como una Reina, por Sevilla eternamente agradecida!.

Cuando el CORAZÓN se sale

Estaba la tarde fea como el mundo, tan loca como los hombres, que buscan en una procesión remedio a su tedio. Pero el sol no quiso perderse el Buen Corazón de las bellas artes, la luz, el color, el perfume, la música, la estética barroca que deja una cofradía en la calle y destapó el hedredón de las nubes altas, para dejar columpiarse a los vencejos.

Se abrieron las puertas de la Parroquia neo-plateresca de Nervión, para dar salida al Corazón desbordado del Cordero de Dios. Una imagen de Cristo, cargada de unción que aglutina una de las devociones más arraigadas y profundas de la nueva Sevilla abierta a la Gran Plaza.

El bueno de Antonio Illanes -allá donde esté- se sentirá orgulloso de esta talla, cargada de unción sagrada que regaló a Sevilla, sabiendo que estaba muy por encima de satisfacer sus necesidades, ya que las obras Divina, no tienen precio. La gloria en esta tierra es efímera, pero sin duda el semblante del maestro Illanes, se inflamaba de satisfacción, al ver a tantos fieles y devotos, tras la estela del Cordero de Dios a corazón abierto.